Se dice que el tiempo tiene manos de cirujano, pero Carmen Mola despoja a sus personajes de cualquier redención. Es el carácter el que lo impide; o mejor dicho, los caracteres. Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero, los tres autores que se esconden tras el polémico seudónimo de la literatura contemporánea española, concluyen la historia de la inspectora Elena Blanco en su nueva novela: El Clan (Planeta).

«Para mí, sin duda, es la mejor de todas», comienza Antonio Mercero. Seguimos a la inspectora Blanco tras la pista de un ente imposible de atrapar, El Clan, una entidad poderosa, onerosa e influyente que busca acabar con la Brigada de Análisis de Casos (BAC) a toda costa. Los autores han visto a Elena Blanco evolucionar, tomar vida propia y adoptar una corriente casi autónoma que se ve alterada en esta nueva novela debido a un pasado que amenaza con destruirlo todo. «Elena parte de un lugar terrible en La novia gitana y aunque hemos intentado sacarla de ese hoyo, no lo hemos logrado. No puede escapar de su pasado y parece destinada a no encontrar la felicidad», expresa Agustín Martínez.

Blanco se enfrenta a un mal endémico que aqueja al mundo. «Se puede luchar contra la maldad a nivel individual, contra ‘el malo’, pero en El Clan llega un momento en el que se enfrentan a algo mucho más grande: el mundo tal como está establecido», explica Jorge Díaz. En esta historia, El Clan representa el sistema, los poderosos, los jueces, los políticos y los policías… «En realidad, es una crítica descarnada a esa estructura y a la explotación que los poderosos hacen de la miseria humana y de los pobres, más allá de las evidentes desigualdades. El sistema es poco compasivo y muestra escaso interés por los menos afortunados», señala Mercero. «Nuestros personajes, inocentes que intentan combatir esa configuración, solo logran arañarla. Lo que nos pasaría a cualquiera si tratáramos de luchar contra lo mismo», añade Jorge Díaz.

La tríada comenta el desenlace de esta serie entre bromas y reflexiones. «Esta es la novela en la que mostramos una violencia más real», afirma Martínez. La brutalidad con la que actúa el ser humano es aterradora, la falta de remordimientos y la astucia con la que se caza a las víctimas plantea un diálogo sobre la naturaleza humana y los límites morales que estamos dispuestos a cruzar.

La guerra de Liberia sirve como telón de fondo de la trama; la combinación de tramas es una característica de la obra. En segundo plano, exploramos el misterio del Sipeeni, un personaje sin rostro y sin nombre que será clave para que Blanco desenmascare al Clan. «La trama de Liberia y ese personaje están inspirados en hechos reales», revela Martínez. «El hombre se llamaba Francisco Molins, un personaje extraño relacionado con el batallón vasco-español y el CNI. Cuando asaltaron la embajada española en Liberia durante la guerra, Molins desapareció. Lo buscaron durante mucho tiempo, pero nadie sabía si estaba vivo o muerto. Empezaron a especular sobre su participación en el tráfico de armas durante la guerra».

Los personajes secundarios sirven como vehículo a través del cual Mola critica las injusticias y la violencia de esa guerra. «Fue una guerra atroz que no ha sido suficientemente contada. Las imágenes de los niños soldado nos han impactado. Conecta profundamente con uno de los temas centrales de Carmen Mola que es la violencia y la vulnerabilidad de los menores que la experimentan», comenta Mercero.

«En las últimas novelas, Carmen Mola se vuelve más social. En El Clan se muestra un retrato de la sociedad muy crudo que invita a la reflexión», agrega Mercero. Aunque no hay una intención explícita de escribir novelas sociales. «La vida es dura y nuestra sociedad lo niega, pero hay momentos, como éste, en los que esa realidad sale a la luz», añade Díaz. Martínez resume los nuevos temas que aborda Mola en su nueva novela: «Hablamos del tráfico de personas y de órganos, asuntos que no están tan lejanos. Cuando hubo elecciones en Argentina, Milei sugirió la posibilidad de que la gente pudiera vender sus riñones libremente».

¿Quiere Carmen Mola derribar el sistema? «No queremos que caiga, nadie lo desea», advierte Mercero. «Aunque sea hipócrita, disfrutamos de los beneficios que nos reporta esa crueldad. Más allá de ese sistema, solo existe la utopía».

Además, la tríada aborda temas como la inmigración, el tráfico de órganos y personas. «Estas realidades se enmarcan dentro de nuestra crítica hacia un sistema poco compasivo y preocupado por los menos afortunados. Hemos narrado la ruta del inmigrante desde la perspectiva del hombre europeo, algo que nos perturba y nos hace conscientes de la situación», explica Mercero.

La situación descrita se tolera, e incluso se favorece, desde el poder. «Somos una especie violenta. Aunque la sociedad reprima la violencia a nivel individual, el sistema ejerce su propio tipo de violencia», explica Díaz. «Lo vemos en Rusia, cuando eliminan a personas que resultan molestas. Eliminar a individuos que incomodan al sistema no es algo nuevo. Cuando profundizas en El Clan y descubres lo que sucede en África, la ruta migratoria, la situación en España, te das cuenta de que no estamos exagerando y creo que eso es lo que da más miedo», puntualiza Martínez.

¿Está la BAC preparada para enfrentar desafíos de esa magnitud? «Nuestros personajes no son héroes puros ni monolíticos. Cometen errores y se mueven en esa frontera: entre ser policías y estar del lado de la ley, o convertirse en vengadores y hacer justicia por mano propia. Eso es peligroso», advierte Agustín Martínez. «Nuestros personajes son el karma», agrega Díaz, entre risas, señalando que el comentario es «muy de titular». Dicho y hecho.

El karma resolverá las investigaciones que han acompañado a los protagonistas a lo largo de la serie. Blanco, Zárate, Reyes, Manuela, Orduo, Mariajo… Todos convergen en el enredo de esta trama. Carmen Mola nos presenta a Miriam Vaquero, otra pieza clave del rompecabezas: «Un perfil que normalmente no se encuentra en los thrillers, ya que la mayoría de los personajes son alcohólicos o han sido abandonados por sus padres. Miriam, por el contrario, es una mujer felizmente casada, con hijos, muy religiosa, con una vida sexual satisfactoria… Su evolución es muy interesante», menciona Martínez.

A pesar de su despiadada naturaleza, ¿les entristece a estos tres autores la despedida? «Nos da algo de pena porque se cierra un ciclo. Los personajes nos han acompañado durante muchos años y nos han brindado muchas alegrías», expresa Martínez. «Nunca imaginamos que llegaríamos tan lejos», añade Agustín. En esta etapa final, el sprint de la BAC es más intenso que nunca. Hay que hacer acopio de valor para no quedarse rezagado. La competencia es implacable y, como sabemos, no hay salvación para aquel que se queda atrás.