Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación en España ha experimentado una notable desaceleración durante el verano. En agosto, el Índice de Precios al Consumo cerró en un 2,3%, cinco décimas menos que el mes anterior y la tasa más baja en un año. La subyacente, excluyendo alimentos frescos y energía, se situó en un 2,7%. Estos datos indican que el país se acerca al final de la crisis de precios que ha afectado a los hogares en los últimos dos años. En particular, la reducción en el coste de los alimentos ha sido significativa, llegando al 2,5%, la tasa más baja en casi tres años.

Economistas como Camilo Ulloa de BBVA Research consideran que esta desaceleración ha sido una sorpresa positiva, en parte debido a la moderación en los precios de la energía y alimentos. El abaratamiento del petróleo ha tenido un impacto importante en el sector energético y se espera que la inflación continúe disminuyendo en los próximos meses debido a factores como la estabilidad en el costo de los alimentos y la energía.

A pesar de algunas fluctuaciones, la tendencia general de la inflación es favorable, lo que permite a las familias mantener un buen nivel de consumo. Los salarios creciendo a un ritmo del 2,9% también contribuyen a mejorar el poder adquisitivo de los hogares. Sin embargo, sectores como el turismo han experimentado presiones inflacionarias debido al aumento de precios en actividades como alojamiento y restauración durante el verano.

En resumen, la economía española muestra signos positivos de mejora en la inflación, lo que es alentador para el consumo y el bienestar de las familias en el país.