Todo empezó por un flechazo con unas zapatillas. Clemente Cebrin iba paseando con su mujer por Budapest allá por 2004 cuando ésta se enamoró de unas deportivas que vio en un escaparate.
Entraron en la tienda con la buena suerte de que justo en ese momento se encontraba dentro el diseñador Jeremy Stanford, quien les explicó que se trataba de un modelo inspirado en el calzado del Ejército checoslovaco en la II Guerra Mundial.
Clemente le propuso entonces intentar lanzar una producción conjunta. Al principio, la respuesta de Stanford fue negativa, pero el empresario insistió y, finalmente, logró convencerle para que le hiciera 900 pares de zapatillas. Clemente y su hermano Álvaro empezaron a venderlas por las tiendas y su éxito fue inmediato.
Pronto decidieron abrir su propio local y eligieron la calle Fuencarral porque no se podían permitir el lujo del barrio de Salamanca, lo que fue todo un acierto. Eran los tiempos en los que Fuencarral todavía no era peatonal ni estaba de moda y las marcas punteras no habían aterrizado allí.
Las famosas zapatillas de la marca madrileña.
Crearon un espacio acogedor y ecléctico, decorado como un apartamento de estudiante con un toque vintage. El boca a boca empezó a funcionar y a los cinco meses de la apertura, la tienda ya había triunfado. Las sneakers causaron furor entre los universitarios y se convirtieron en todo un clásico.
De hecho, para celebrar su 20 aniversario El Ganso ha reeditado este año las primeras zapatillas de Jeremy Stanford y ha lanzado además una nueva colección de tejidos específicos.
Todo ello acompañado de una sesión de fotos en El Ganso, el pueblo de León de apenas 50 habitantes, que tiene el mismo nombre de la firma. Porque otra de las ventajas de la marca es que siempre ha sabido reírse de sí misma. No en vano uno de sus esloganes es pasando de moda desde 2004, donde bromean sobre su clasicismo atemporal.
Personalidad canalla
Y, ¿cuál es el secreto del éxito? Muy sencillo. Los hermanos Cebrin decidieron diseñar la ropa que a ellos les apetecía llevar, a un precio asequible. Por eso bautizaron la marca como El Ganso, un animal elegante y simpático a la vez, con una personalidad canalla y rebelde.
Queríamos romper con el hermetismo de la ropa masculina. Si querías comprarte algo tenías sólo dos opciones: Massimo Dutti o Ralph Lauren. Por eso, cogimos el estilo preppy de toda la vida, pero lo combinamos de otra forma, afirma Álvaro, mientras nos enseña la tienda de Fuencarral.
En ella se pueden encontrar las prendas clásicas de toda la vida como las camisas tipo Oxford, los anoraks desmontables, los chalecos acolchados o las parkas… pero renovadas con el inconfundible estilo de El Ganso.
En esta ropa las telas y los colores se cuidan al máximo. Lo último ha sido incorporar un tejido con tecnología Sepiia, que es antimanchas y antiarrugas y que no pierde las cualidades tras los lavados.
Colores desgastados
Otra de sus especialidades es conseguir el color con efecto desgastado, para lo que realizan el tintado en la propia prenda o la lavan muchas veces con el fin de que pierda tonalidad. En las tiendas de El Ganso existe mucha variedad en el color, pero siempre les gusta rebajar la intensidad.
Tras el éxito de Madrid, los hermanos Cebrin comenzaron a expandirse y a abrir más sedes: Mallorca, Barcelona, Zaragoza, Bilbao, Sevilla… Su segundo establecimiento en Madrid se estrenó en la calle Jorge Juan, pero la locomotora siempre ha sido el de Fuencarral: con sus ventas se financia el crecimiento de todos los demás negocios.
En 2011, esta empresa familiar -el padre de los hermanos Cebrin también se incorporó al proyecto- estrenó su primera tienda en París, que también fue un éxito, ya que hubo un auténtico flechazo con el público francés, que es su segundo mercado.
Muestrario de tejidos de la firma.
La expansión internacional ha cogido velocidad de crucero y hace 10 años dieron el salto a Latinoamérica, con sus primeros comercios en México y Chile. Ahora mismo se encuentran volcados en el mercado latino con nuevos locales en Ecuador, Panamá y Perú, que se sumarán a los 165 repartidos por todo el mundo con un total de 550 empleados.
De hecho, El Ganso es una de las empresas más internacionales, siguiendo la estela del grupo Inditex de Amancio Ortega.
Cebrin no tiene problema en reconocer sus tropezones. Por ejemplo, su primera tienda en Barcelona no funcionó porque no tenía una buena ubicación, aunque con el cambio de localización la marca despegó.
Tampoco vivieron una buena experiencia cuando el conglomerado francés LVMH -dueño de marcas como Vuitton o Dior- compró el 49% de su capital, por lo que tres años después decidieron recomprar su parte y recuperar el control de la empresa.
Álvaro sostiene que la clave del éxito es que uno nunca se puede dormir: Siempre hay que evolucionar, pero manteniendo tu ADN. Tenemos clientes muy fieles que han ido creciendo con la marca. Ellos han aplaudido nuestros aciertos y han perdonado nuestros errores. Por eso estamos aquí, concluye.
Las prendas típicas de la marca El Ganso.